La Hacienda de San Onofre, propiedad de la señora Agrícola Chávez de Bastida, durante su época de mayor esplendor se dedicaba a la producción de maderas finas, así como lana de borrego, géneros que comercializaba utilizando las estaciones del ferrocarril (Estación Carmona), donde embarcaba carbón en grandes cantidades a El Oro, Toluca y Ciudad de México.
La Revolución terminó con el poderío de la hacienda, sus propietarios tuvieron que irse en busca de otras oportunidades para subsistir a la crisis. Sus cuidadoras, las hermanas conocidas por la gente de la comunidad como las Tías Nenas, se esforzaron por mantener en pie la Capilla del Señor San Onofre y la casa del administrador, en donde hasta antes de que fallecieran se conservaron gran parte de los muebles, vestidos, documentos y otros objetos que a su muerte se repartieron entre los lugareños.
El paso de los años y la creencia de que sus muros guardaban incontables cantidades de oro y joyas provocaron que se deterioraran algunas áreas de la construcción, como la tienda de raya, las caballerizas, los corrales y parte de la casa de grande.
Se conserva la Capilla del Señor San Onofre, bendecida el 22 de diciembre de 1891, que tuvo que ser restaurada debido a los saqueos. Sin embargo, aún conserva su estilo antiguo que data de aquella época. La casa grande, que también ha tenido que ser restaurada, aún hoy, a través de sus muros, da cuenta del esplendor que en la mejor de sus épocas dio empleo a miles de trabajadores.
En la actualidad, su enorme jardín se ocupa para eventos sociales, engalanados con un paisaje lleno de historia, tradición y cultura.