La visión del alemán Albert Lenz llegó a terrenos de las haciendas de Nuestra Señora de la Concepción y de San Nicolás Lanzarote, que en cuestión de orografía eran una joya. Al lugar donde se encuentran las lomas lo llamaban la Joya del Tejocote. Con el tiempo se convirtió en la Joya de Papel.
Le llamaron Fábrica de Azcapotzaltongo, pero por estatutos se denominó El Progreso Industrial.
El 21 de junio de 1899, el gobernador del Estado de México, José Vicente Villada, firmó el decreto por el cual, a partir del 1 de julio de ese año, los terrenos de la fábrica adquiridos a las haciendas en los límites de las municipalidades de Monte Bajo y Tepotzotlán quedaron incorporados a Monte Bajo, distrito de Tlalnepantla. Era el nacimiento del último pueblo que conformó el municipio.
Todo se acomodó para que la fábrica se hiciera pueblo. Levantaron un quiosco, un frontón, el Parque Gloria, los templos en honor a la Virgen de Guadalupe, una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social y sacaron nivel para delimitar los campos donde jugar beisbol y futbol.
Hicieron del águila la imagen de identidad, produjeron papel para billete, lo mismo para una infinidad de marcas, pero sobre todo para escriturar su devenir. Un pueblo que por muchos años escuchó el silbato de su chimenea, en 1993 cerró, pero por estos días se trabaja para que el águila sea el ave Fénix y se levante de entre las ruinas para dar paso al resurgimiento económico del pueblo, con la chimenea como faro de oportunidad que vuelva a dar vida a El Progreso Industrial.